sábado, 26 de marzo de 2011

De cómo perdí a Shantall

A “La Trotamundos”


Shantall antes del secreto

Ella tiene cinco años más que yo. Pero eso no importa, cuando el corazón se encapricha es irracional, ciego y necio. Nuestra amistad tiene mucho tiempo. Shantall siempre ha estado ahí, como una fantasmita amable, compartiendo conmigo tardes de neblina, noches estrelladas y madrugadas de llantos. Por eso es lo que ahora es: la protagonista de mis sueños.
Quizá lo que siento es solo otra ilusión adolescente, pero esto va saliéndose de los límites. Ha crecido en mí una severa necesidad de llamarle todos los días y colgar cuando responde, de escribirle versos de amor y quemarlos después en la azotea, de rezar todas las mañanas, pidiendo al universo entero que le muestre una señal celestial de mi verdad, para facilitarme las cosas cuando llegue el momento. Porque el momento llegará, de eso estoy seguro. Me veré en la obligación de confesarme ante sus ojos marrones claros, soportando el dolor que cada una de mis palabras provocará al salir de mi garganta, diciéndole el secreto que guardé celosamente desde que la conocí. Otorgándole la potestad de decidir sobre mi destino. Pues sin ella no vivo. Y hoy estoy dispuesto a demostrarlo. Sí, hoy que escribo esta última carta, a merced de la soledad de mi hogar (mis padres acaban de salir, como esa vez), con un vaso de veneno para ratas diluido en agua, a mi costado, esperando el punto final de esta historia, que les contaré a continuación, para dirigirse directamente a mi estómago.

***

El nefasto incidente ocurrió hace una semana, el sábado, cuando la ciudad se quedó sin electricidad. La agente abarrotó las calles buscando lugares abiertos, mientras esperaban las seis de la tarde, hora en que debía prenderse todos los postes de luz. Yo me quedé en casa, viendo cómo el cielo se oscurecía y cómo el foco de mi habitación no daba señales de vida. Mis padres habían salido con mis hermanos a la fiesta de una tía, así que por varias horas fui el amo y señor de esos tres pisos que me albergaban silenciosamente, creando la ilusión de ser una torre de encierro.

El aburrimiento me venció y con él el sueño me atrapó en sus benditas redes. El frío de la tarde, invadiéndome lentamente, fue adormeciéndome hasta llevarme a la inconciencia. Hasta que sonó el teléfono con ese ridículo timbre que debió ser cambiado hace mucho tiempo, por uno más sencillo y menos estúpido.

–¿Hola?– Respondo entre sueños, esperando que no sean los de Telefónica, porque me pondría a llorar, esos desgraciados son desquiciadamente inoportunos.
–¡Juan Diego! ¡Qué tal!… ¿no me reconoces?

¡Cómo no reconocerla, si la había oído toda mi infancia! Su hablar nunca dejó de animarme, escucharla en mis peores momentos ha sido la mejor terapia que haya podido encontrar. ¡Mujer, si tan solo supieras todo esto! Y tú… creyendo todavía en la “amistad de años”.  

–¡Shantall!, ¡muñeca!, ¡claro que sé quién eres! Ayer no pude llamarte, ¿me perdonas?, tú sabes cómo es el colegio nuevo en el que estoy, ya te conté su ritmo, a penas tengo unas horas del fin de semana para descansar…
–Sí, sí, lo sé. No te preocupes, amigo. Por eso llamaba, ¿estás solo?
–Desde luego, ¿a caso creías que mis padres iban a quedarse en un lugar que no tiene electricidad? Mi padre sin su televisor y mi madre sin el facebook, ¡no!, no me los imagino. De ser así mi casa sería un caos.
–Y como siempre tú no quisiste acompañarlos.
–Ya me conoces. Pero, dime, ¿por qué me preguntaste por mi soledad?, ¿quieres visitarme?
–Todo lo contrario, amigo. Quiero sacarte a pasear.
–Hablas como si fuera tu perro ¿No querrás bañarme también?
Se ríe con ganas, aunque sin perder la compostura, cuidando siempre las fronteras de los excesos chabacanos. ¡Ah!, esa risa… me ha clavado una estaca en la memoria.
–¡No eres mi perro!, ja, ja, ja, cuándo no tú tan gracioso… Entonces, qué dices, ¿me acompañas?
–¿Chosica a las cinco de la tarde? Mmm, no me apetece. La gente a estas horas cree estar en un hormiguero y camina de aquí para allá buscando algo sin saber qué. Eso me estresa. Mejor ven, me acaban de comprar un e-book y ahí podemos ver una película si quieres.
–Yo no he mencionado a Chosica. Sabes que si quiero divertirme solo hay un lugar ideal.
–¡Miraflores! ¡Pero ya va a oscurecer!, mis padres no tardarán en venir... ¡No sabes lo que dices!
–Lo siento, olvidaba que eras un niño.

¡Carajo!, esa ha sido una puñalada directamente a mi orgullo varonil. Aquella mujer de veintiún años me ha retado a demostrarle que a mis dieciséis años sí soy capaz de desobedecer a mis padres y escaparme sin dejar aviso alguno. Debo de hacerle ver que soy tan maduro como ella, que si en algo somos iguales es en nuestra valentía. Por Shantall soy un hombre de mundo.

–Has soltado a la fiera, muñeca. Dime la hora y el lugar y yo estaré antes que tú.
–¡Súper! ¡Qué emoción! ¡Dentro de diez minutos en la pileta del parque!

Es obvio que tendré que pagar todos los gastos. Pero he aquí el problema, solo tengo veinte soles. Y cuando Shantall y yo vamos a Miraflores, veinte soles se nos va en helados. Tengo que buscar más dinero, ¿le pido prestado a alguien?, ¡no!, me demoraría en dar explicaciones y en acordar fechas de pago. Pienso… ¡Ya sé! Mi madre ha dejado su cartera en la sala. Voy corriendo hacia ella, la abro, rebusco vehementemente, hay cien soles. ¡Bien! Esto es suficiente para una noche… Pero… y si después pasa algo más. Subo a la habitación principal, abro el cajón de medias de mi papá, las manos me tiemblan, hay cien más. ¡Bien! ¡Bien! Faltan cinco minutos. Ella lo merece todo.

Salgo corriendo. El viento de la noche me estampa el recuerdo de su risa en el teléfono, y es entonces que algo me dice que en las próximas horas mi vida puede dar un giro rotundo. Dios mío, ¿a caso el momento está a punto de llegar?


Continuará…



4 comentarios:

Anónimo dijo...

azu! men ta xvr pero como vas a dejar malparado a chosica pz , ta bien que miraflores sea bonito y aca alla mucha gente pero algo que nu deje mal sigue con tu historia de la muñeca oie y meteme a mi en la historia pz como el pata que te saca la vuelta jajajaja

Juan Diego Delgado Chávez dijo...

Oh!, pero el lugar tenía que ser Miraflores por lo que pasará después... Escríbeme tu no nombre para ponerte como "el amante", jajaja

Carolina M. dijo...

Juan Diegoooooooo!! Publica el siguiente Post, ya no puedo esperar mas!! Me dejaste con la curiosidad!! Y recuerda que: "La curiosidad mato a Carolina ( Gato )".

C. M dijo...

No puedo esperar!!